Átate bien los zapatos, ¡es hora de actuar!
¡...y cinco, seis, siete, ocho!
Los nervios te invaden...
La música empieza a sonar...
Tus pies se mueven solos y tus manos les acompañan, tus caderas se mueven al son de la música y tu mente trabaja continuamente para indicarte el siguiente paso mientras de fondo cuentas los ochos.
La música se va apagando, te quedas clavada en tu sitio, cuentas hasta cinco y saludas, el público estalla en aplausos y te retiras tras el telón con una sonrisa que solo se puede conseguir tras duro trabajo pero que, al fin y al cabo, merece la pena esa sensación indescriptible.
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